jueves, 9 de octubre de 2008

EL SIGLO DE LA INTEGRACIÓN. El Paisaje y la Integración del País.

Las ciudades y pueblos de indios que existían antes de la conquista se transformaron en ciudades de españoles; los poblados indígenas que se situaba cerca de los peñones y puntos escabrosos, aptos para la defensa, se volvieron lugares planos y con formas de vida destintas de aquellas que tenían. En valles y lugares antes despoblados se veía monasterios en construcción, rodeados de indios cometidos por los misioneros. Había también nuevos tipos de hombres en los pueblos y en los caminos se encontraban ganados y recuas por los caminos que sólo habían sido pisados por pies humanos.



Era más lo que los nuevamente venidos y lo que los nacidos después de la conquista pacificación habían aprovechado, que lo que habían conquistado.

Los lugares ya asegurados por la ocupación española, sirvieron de base a la colonización del norte.

Hacia 1580 estaban ya fundadas las principales ciudades desde las que se ejercía la autoridad, se habían establecido las funciones administrativas, los principales centros culturales, hospitales y lugares donde se elaboraban manufacturas que exigía la población.

Destacaban ciudades como México, Puebla, Oaxaca, Guadalajara, al lado de otras que iban en constante crecimiento, como Durango y Veracruz; Acapulco se utilizaban ya como base de un comercio ultramarino regular. La ciudad de México, era el punto focal de irradiación; causa admiración la gran ciudad de México, Inundada desde hacía años y bastante destruida por las aguas, se recorrían las calles en canoas. Resultaban insuficientes las obras del desagüe y los diques que se habían construido para proteger a la ciudad de las inundaciones. La obra se había iniciado con planos y cálculos de ingeniería desde 1608, se continuó a lo largo de todo el XVII. Don Martín Enríquez decía en 1580, haber iniciado algunas obras y consideraba que sus sucesores debían continuarlas. Así fue, ninguno de los virreyes posteriores pudo abandonarla, los habitantes de la ciudad se empeñaron en permanecer en la parte más baja de la olla del “valle de México”, y se opusieron a todo intento de cambio, como se propuso en las consultas al cabildo que se hicieron desde 1624 (año de terribles inundaciones), en el sentido de abandonar el asiento de la ciudad para construirla en Tacubaya, lugar alto y mejor protegido de las aguas. Para fines del siglo hasta los finales de la época colonial, se hablará como cosa nueva y renovada de las obras del desagüe y su gran costo. Acapulco era el punto de llegada de la Nao de la China y de comercio con otros dominios españoles.

El viaje a la cuidad de México se hacía por caminos de herradura y se llevaba unos catorce días, para llegar de Acapulco a la ciudad de México otra parte considerable de mercancías la conducían a Veracruz, para embarcarlas en las flotas que iban a Europa, Chilpancingo y Cuernavaca, aduanas y peajes, eran los puntos por los que se pasaba antes de llegar a la ciudad de México. Los que continuaban rumbo a Veracruz hacían un camino que no difería mucho en medio y posibilidades de transporte, pero era un camino mucho más transitado. Salían de México rumbo a Puebla, pernoctando en Chalco, un mediano pueblo y mayor para pasar por Río Frío, Tlaxcala, Puebla, San Agustín, Río Blanco, Orizaba y Córdoba.

La novedad del XVII fue la conquista del norte, emprendida con gran aventura desde el XVI. Los caminos que iban al norte eran lentos e inciertos. Los caminos ciertos eran los que iban a los reales mineros. El mínimo de tiempo que se empleaba para llegar a Santa Bárbara era de cerca de cuatro meses.

En 1580 habían llegado hasta Santa Bárbara, y en los años siguientes se conquistaron y reconquistaron las difíciles tierras de Nuevo México.

Pero no sólo los lugares cercanos a los centros mineros resultaron alterados por la influencia de éstos; también se extendió su influencia a otras zonas, conquistadas anteriormente. El Bajío, situado estratégicamente entre México, Zacatecas y Guadalajara, se desarrolló gracias al comercio con los alejados centros mineros. El cambio debió ocurrir precisamente en el XVII, a partir de 1580. En ciertas regiones la penetración fue exclusivamente misionera.



LA POBLACIÓN

El siglo XVIII aparece como un siglo especialmente oscuro para los estudiosos, debido no sólo a escasez de datos, sino también a un hecho importantísimo: la dispersión y reacomodos de la población en escenarios que sólo conocemos superficialmente.

Nuestra época se inicia con un desastre demográfico, la gran epidemia que llamaron matlazahuatl, (probablemente tifo exantemático), que comenzó hacia 1576 (1574) y asoló a la población indígena, principalmente, hasta 1579, año en que parece aminorar la fuerza del mal. El golpe fue remachado todavía por otras epidemias también generales a fines del siglo; durante los años siguientes, hasta bien entrada la primera mitad del XVII, la población siguió disminuyendo. Antes de la epidemia, el número de indígenas se elevaba a cerca de 4 500 000 personas; para 1597, quedaban 2 500 000, y para 1659 sólo 1200 000.

La recuperación demográfica fue lenta, para 1700, según esos autores, la población indígena llegaba apenas a los 2,000, 000 de personas.

Un hecho fundamental, es la redistribución de la población indígena como consecuencia de la nueva ocupación del suelo; la invasión de las tierras de las comunidades indígenas, con ganados y cultivos de los españoles, obligó al desplazamiento de pueblos densamente habitados y a la busca de lugares lejanos propicios para la vida, el traslado de grandes núcleos de población a las tierras del Bajío y del norte que iban siendo ocupadas por los españoles desde el siglo XVI, y que se ocuparon definitivamente en el XVII. Zonas periféricas al Bajío, abastecieron de población a ese nuevo centro de actividad agrícola, ganadera y comercial, según se desprende de las cuentas de tributarios, en las que se observa una disminución de personas en esos pueblos y el aumento paralelo de las poblaciones situadas entre Querétaro y Guanajuato; Orizaba y Huatusco dobló el número de sus habitantes indígenas entre 1643 y 1646.

Las Congregaciones eran concentraciones de indígenas que vivían dispersos, o cambios obligados de algunos pueblos ya establecidos, alegando mejores posibilidades para su “administración y doctrina cristiana”. La congregación de los indios que vivían dispersos se ordenó desde 1582.

La recuperación de la población indígena se inició antes de 1650 8año que han aceptado la mayor parte de los historiadores como el de más baja población indígena, y que la cifra de
2 000 000 se alcanzó ya entre 1670-1680, y no hasta 1700, como lo han afirmado los especialistas norteamericanos, a los que suelen seguir los historiadores. Sólo a finales del XVIII encontramos censos de población.

Los españoles fueron legalmente los únicos europeos admitidos en las colonias hispanoamericanas para la época aquí considerada, era gente de distintos reinos la que pasaba a América. A partir de 1580, cuando los reinos de España y Portugal estuvieron unidos, hubo inmigración portuguesa a la América Española, pero se limitó severamente a partir de 1640.

La población blanca de Nueva España aumentó desde los inicios de la vida, colonial. Para 1570 había posiblemente 63 000 habitantes reconocidos legalmente como “españoles”; en 1650 el número se había doblado, y hacia 1750 se aproximaba a los 600 000.

Esta población “blanca” no era en u totalidad de origen europeo, ya que los hijos de españoles e indígenas nacidos de unión legítima se consideraban “españoles”, lo mismo que los mestizos con siete octavos de español.

La distribución de la población blanca varió mucho a lo largo del XVII. Pueden distinguirse lugares de concentración y crecimiento como las ciudades de México, Puebla, Guadalajara y Oaxaca, Guanajuato, Zacatecas, San martín y Sultepec aumentaron su población a los largo del siglo. No todas las concentraciones de población blanca alcanzaron a reflejarse en los documentos que se refieren a la población y su cuenta.

Los primeros negros que hubo en Nueva España vinieron con los conquistadores; después se introdujeron en número cada vez mayor. En 1553 había más de veinte mil negros.

Aumentó la introducción legal de esclavos africanos, se autorizó para la Nueva España la cantidad de 5 000 al año 1590 y 1610 alcanzó un promedio de 3 500 por año; que entre 1615 y 1622 fueron introducidos 29 574.

Pero los testimonios de estas prácticas no so confiables, pues los esclavos eran ocultados por sus dueños para no pagar impuestos, y las autoridades eran sobornadas a menudo.

La población negra fue más abundante de lo que el aspecto de nuestra población actual lo haría suponer, llaman la atención sobre cantidades considerables de ellos en ciudades como México, se ha considerado que hacia 1600 había en Zacatecas 1 022 negros esclavos, 4 606 indios naboríos, o trabajadores asalariados, y 1 619 indios de repartimiento, o compelidos a prestar servicio en las minas. Entre los trabajadores había aproximadamente un 15% de negros; los negros libres, mulatos y otros mestizos de sangre africana quedan fuera de esta cuenta. Aguirre Beltrán dice, sobre la población negra, que habían 29 569 (0.6%), en 1580 (2,0%) en 1646, y 20 131 (0.8%), en 1792.

La población mestiza, se consideraba en la época colonial sólo a los hijos de españoles e indígenas e iba en constante aumento; y las castas, como se les empezó a llamar a los afrimestizos desde el siglo XVII.

Es muy difícil precisar la distribución de la población mestiza en el territorio de Nueva España. El hecho saliente es que se encontraba en todos los lugares, con excepción de aquellos a los que el acceso era imposible o esta vedado, no sólo a los mestizos, sino a otros grupos, como ocurría en las misiones del norte, principalmente las de los jesuitas.

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