lunes, 13 de octubre de 2008

LA AGRICULTURA EUROPEA EN MÉXICO

La legislación se orientó a fomentar la inmigración de labradores peninsulares y dotarlos de las tierras más apropiadas para la agricultura. En líneas generales, la posición de la Corona en cuanto a la explotación agrícola de la Nueva España se mantuvo en una actitud de protectora expectativa. Dejó en manos de la iniciativa particular la introducción de semillas y plantas europeas, limitando su acción a dictar normas sobre la ocupación de la tierra y el fomento de determinados cultivos como el trigo la caña de azúcar en primer término. Como al aumento de la población blanca y mestiza correspondió una creciente demanda en el consumo del trigo, su cultivo recibió atención preferente.

En un principio el mayor centro productor fue le valle de Atlixco, que a fines del XVI rendía cosechas de 100 mil fanegas anuales. Le seguía el valle de San Pedro, poblado con labradores de Atlixco, con rendimiento de 70 a 80 mil fanegas. Hacia 1630, el primer valle citado disponía de unas 90 áreas de cultivo intensivo de trigo que daban 150 mil fanegas. Lo mismo puede decirse de San Pablo, aparte de otras regiones de Puebla y Tlaxcala que se fueron sumando a la producción triguera, como Amozoc, Tepeaca, Huamantla, Nopaluca San Juan de los Llanos. En los alrededores de la ciudad de México (Chalco, Tacaba, Tacubaya, Huehuetoca así como el cercano valle de Toluca), hubo bastantes tierras sembradas de trigo. En Michoacán, las zonas de clima más o menos templado de Zamora, Valladolid y Zacapu, proporcionaron cosechas de regular importancia. El Bajío fue otro centro agrícola en el que se asentaron gran número de labradores de trigo con resultados óptimos en Querétaro, Celaya, León, Silao, Apaseo, Irapuato Salamanca, Salvatierra, Valle de Santiago, etc. Los agricultores de Celaya recogían entre 17 y 18 mil fanegas en 1580. Al paso de los años los cultivos se intensificaron en forma tal que para mediados de la centuria sólo las tierras labrantías en torno a Salamanca aportaban 150 mil fanegas.

En la Nueva Galicia, a pesar del predominio de tierras de temporal, hubo lugares como Guadalajara, Amatitlán, Tlajomulco, Juchitlán, Tlala, Cmpostela, etc., donde el trigo se dio en apreciable cantidad aunque apenas suficiente para atender el consumo regional. La región de Oaxaca, especializada sobre todo en la cría del gusano de seda y la extracción de la grana o cochinilla del nopal, no destacó en producción triguera.

La caña de azúcar fue otro cultivo importado que la metrópoli trató de fomentar desde mediados del XVI.

Las grandes facilidades otorgadas inclinaron a muchos propietarios a cambiar la siembra de trigo por la de caña. El abuso que hubo en ello determinó que en 1595, 1599, 1601 y en lo sucesivo, se restringiera el servicio de los indios en las labores de los ingenios.

Buena parte de los capitales invertidos en la industria azucarera provinieron de las órdenes religiosas en forma de préstamos hipotecarios, pero en el siglo XVII ellas mismas pasaron a ser propietarias de ingenios.

En términos generales se aprecia que la siembra de caña y la consiguiente producción de azúcar tubo amplia difusión en la Nueva España y los demás territorios del virreinato.

Dos cultivos mediterráneos, el olivo y la vid, tuvieron un buen comienzo en la agricultura colonial, con marcada preferencia el segundo.

Una planta tintórea, el añil, fue cultivo exclusivo de los españoles. Su explotación comercial empezó en 1561 cuando Pedro de Ledesma y el Marques del Valle obtuvieron la concesión de industrializar el añil en la región de Yautepec. En el siglo XVII fue un artículo de exportación a España muy considerable.

Cultivo industrial de mayor rendimiento económico fue el del gusano de seda, cuya cría halló en la Nueva España las condiciones naturales más propicias que en cualquier otro lugar de la América española. El foco inicial estuvo en la región de Puebla, donde por 1550 sólo una finca podía contar 40 mil matas plantadas.

Se incrementó el cultivo de la grana o cochinilla del nopal. Geográficamente la grana suplantó a la de Oaxaca y partes de Yucatán, pero sin alcanzar su importancia como fuente de riqueza.

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